Torres Blancas es un ícono de la arquitectura organicista en España. Diseñado por Francisco Javier Sáenz de Oiza y terminado en 1969, esta torre fue una de las estructuras de hormigón más complicadas e innovadoras de la época, a falta de las cualidades típicas rectilíneas asociadas con el material hormigón in situ. Con el objetivo de otorgarle expresividad a la obra desde sus fachadas, el método estructural de pilares y vigas asociado al movimiento moderno, es reemplazado por muros portantes, "donde nada tiene que ver con el planeamiento resistente del rascacielos, donde los muros no pesan", como comentaría Francisco de Inza en 1968.
Encargado por el Grupo Huarte —con el cual ya venía trabajando desde la Sala de Exposiciones Hisa—, el proyecto tal como lo conocemos debe su nombre a dos anécdotas: el edificio originalmente sería el primero de un par de torres de uso mixto en el distrito madrileño de Chamartín; y segundo, la fachada inicialmente iba a ser revestida de mármol blanco.
El encargo exige un programa de uso mixto: sobre 21 pisos destinados a viviendas los últimos niveles están destinados a una sala de exposiciones, conferencias, una cafetería, espacios comerciales y una piscina en la cubierta. Teniendo eso en considerando, Sáenz de Oiza y su equipo buscan diseñar una torre que rompiera con las convenciones típicas de la arquitectura residencial de la década de los 60. En vez de repetir la planta residencial tipo, los arquitectos dividen en tres bloques los pisos destinados a viviendas —"grupos de tres niveles de pisos, otros con dos niveles de dúplex y uno de pisos simples y finalmente los apartamentos" (Cabeza González, 2010)—, cuya distribución final se expresa claramente en las fachadas del edificio.
Entrevistado por Martha Thorne en 1983, Sáenz de Oiza reflexiona sobre el proceso conceptual de Torres Blancas:
Me planteé más el problema de hacer una estructura espacial de hormigón —porque eso es lo que quería el promotor— que permitiera con libertad asentar distintas implantaciones [...] pero no habla una supuesta intencionalidad formal o de otro orden, en orden a la propia generación de la forma
En una década donde en toda Europa se levantaban torres brutalistas en pleno cuestionamiento al movimiento moderno, el proyecto de Sáenz de Oiza naturalmente causó revuelo en su España natal. La Revista de Arquitectura del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) recoge entre 1967 y 1972 una serie de reflexiones sobre el proyecto, siendo una constante la revelación de sentimientos encontrados respecto a la obra: Ricardo Bofill Levi reconoce que el proyecto "constituye un extraño espectáculo que conmueve y sobrecoge al mismo tiempo"; Francisco de Inza comenta que se trata de "un edificio extraordinario y creo que no debería repetirse"; mientras Francisco Fernández-Longoria plantea que el proyecto representa las propias contradicciones del autor: "[Sáenz de Oiza tiene] una cabeza fundamentalmente racional que se deja subyugar por la pasión estética".
Para resaltar la fuerza y la belleza inherente del hormigón, Sáenz de Oiza eligió una forma que se asemejara a los patrones de crecimiento orgánico de los árboles: los volúmenes principales son concebidos a través de formas cilíndricas que se nacen de pequeñas formas circulares. Mientras que algunos de los espacios interiores presentan un mínimo de cualidades lineales, que se rompen y transforman a través del uso de los círculos y los espacios curvilíneos secundarios. Este lenguaje se lleva a cabo en los balcones semicirculares y sirven para suavizar las intersecciones en ángulo agudo de los volúmenes circulares primarios. Así, los balcones generalmente corren de lado a lado mientras suben, creando un ritmo interesante de asimetría de masificación y un escenario espectacular de sombras.
Al ser construido en una zona muy arenosa de Madrid, la cimentación de Torres Blancas es una losa de hormigón armado de 1,0 metro de espesor, con algunos peaks de 1,5 metros, mientras en la estructura horizontal de cada piso es una losa de hormigón de 0,2 metros. Verticalmente, la torre se define por "46 pilares y muros de carga que se doblan en sus extremos, y situados en el perímetro, la zona central y la zona intermedia", según DOCOMOMO Ibérico.
Siguiendo la analogía del árbol, los muros exteriores están estabilizados a través de los balcones exteriores, que son una reminiscencia de las hojas colgando de las ramas. Un volumen de hormigón circular se encuentra en el centro de la torre, el cual contiene las funciones principales con una escalera en espiral como el “tronco” que vincula las losas de cada nivel, y se puedan conectar desde el exterior hacia el interior. La naturaleza intrínseca de la estructura orgánica se realiza en todos los aspectos de la torre, hasta los muros que fluyen desde el suelo al cielo sin problemas. Así también, la crudeza del hormigón exterior es moderado por el uso de pantallas de filigrana de madera en los balcones, que varían en su posición relativa en la cara de la fachada exterior. Además se suaviza el exterior con enredaderas y plantas que han echado raíces en la base y comenzaron a subir por la fachada.
A nivel de calle, el edificio se hunde un piso y se distancia de su cerramiento al definir una trama concéntrica de adoquines circulares y pasto con un doble propósito: sirve como zona de transición en el noreste hacia la calle Corazón de María —único acceso habilitado hasta la fecha— y como una zona de amortiguación que incluye tiendas comerciales —actualmente cerradas— hacia el suroeste por su enfrentamiento a la avenida de América. Asimismo, el acceso y salida de vehículos se emplaza en los extremos perimetrales este y noroeste del predio, tomando ventaja de la trama concéntrica definida en la planta general.
Torres Blancas fue el ganador de la primera edición del Premio del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) en 1972 y dos años más tarde ganó el Premio a la Excelencia Europea. El enfoque de Sáenz de Oiza para crear y definir espacios da como resultado un diseño que realmente tiene sus raíces en los cimientos de la arquitectura orgánica.
Este artículo es una edición ampliada realizada por Nicolás Valencia del texto publicado originalmente por Karina Duque en 2011.
Referencias
- Bracco, P. (2005). Torres Blancas de Sáenz de Oíza: un proceso abierto (Tesis). Universidad Politécnica de Madrid, Madrid.
- Bofill, R. (1968). Algunas consideraciones sobre la arquitectura sugeridas por la contemplación de las Torres Blancas de Sáenz de Oiza. Revista de Arquitectura, (120), p. 27-30.
- Cabeza González, M. (2010). Criterios éticos en la arquitectura moderna española. Alejandro de la Sota - Francisco Javier Sáenz de Oiza (Tesis doctoral). Universidad Politécnica de Valencia, Valencia.
- De Inza, F. (1968). Notas sobre un comentario. Revista de Arquitectura, (120), p. 21-26.
- Fernández-Longoria Pinazo, F. (1968). Contradicción y contrapunto en las Torres Blancas. Revista de Arquitectura, (120), p. 2-20.
- Thorne, M. (1983). Francisco Javier Sáenz de Oiza. Quaderns d'arquitectura i urbanisme, (157), p. 96-99.
- Ficha técnica de Torres Blancas. DOCOMOMO Ibérico.
- Ficha técnica de Torres Blancas. Arquitectura de Madrid. Fundación Arquitectura de COAM.
- Año: 1969